Dieciocho días atrás, Lithnor El hambre puede mucho más en estos tiempos de austeridad y monotonía en tierras oscuras, ¡Ya ni la alquimia sirve! A pesar del tiempo y la brillantez en el campo ocultista, “la otra conciencia” no se desvanece, debo decir que si bien para deshacerse de esta a ser de menester la alquimia de la muerte para transmutar esta delirante ansiedad. Habladurías inciertas sobre un inusual militar y un extraño trabajo me arrastran fuera de los bosques pantanosos, ex umbra in solem de un cielo gris y tormentoso en una nación de tinieblas perpetuas. El empleador era un hombre tozudo y de rudo coloquio (como todo militar supongo), la tarea sin duda extraña y riesgosa pero generosamente retribuida. ¿De qué he de preocuparme más de la tarea en sí, ya el hambre era suficiente como para trabajar de faquín? Oh… querido alquimista, que en brazos del cosmos descansas, no mires abajo y sigue disfrutando pues tu estúpido aprendiz es ahora el Cid que de migajas solo se alimenta. 3 Días Atrás, Valanyr Mi mente y cuerpo viajo durante quince días en silenciosa procesión hacia el escabroso averno personificado. Lento y solemne mi oscuro corcel avanza tirando de la carroza con la misteriosa carga, no he de preguntarme que es, ni para qué es “¿Y a ti que te importa cosiaca?” Me reprende mi subconsciente harto de mi constante abstracción. Es… cierto y no he de negarlo, a cierta altura del extenuante viaje mi curiosidad murió, muchos días atrás (diez para ser preciso y con el absoluto perdón del mamarracho que escribe esto) ello no ha mejorado mi humor pues de no ser por mi querido compañero que mantiene su trote galante y no se ha quejado durante todo el viaje, suponiendo que está más que contento en aspirar este efluvio ígneo, hace días atrás ya habría estar marchando lejos y sin paga de aquella caravana de mercenarios malhablados Las brasas chispeantes del rio de lava llegan cerca de los pies de la quejumbrosa caravana, mas ni sorpresa y solo desagrado mi demacrado rostro emana, nunca me gustó el mórbido serpenteo de las llamas en el aire y mucho menos el asqueroso olor de la yesca consumida por las ascuas, el corazón se agita y las sienes revientan en dolor con el solo pensamiento de combustión, pero el cansancio de constantes malas noches amilana la sensación y si he de agradecer de alguien a todo esto, rezaré por mi diosa Insomnia, cruel e implacable vampiresa de energía. — Hey… tu — Mi voz se alzó débilmente entre los improperios de aquellos mercenarios. Un hombre con el cabello cano y con el ojo parchado levanto la vista, alzando las cejas y apuntando con su índice a su pecho replicaba mi pedido — Si, si… tú, ¿Puedes decirles a los muchachos de atrás que quiten lo que sea que está bajo la rueda por favor?, la carreta esa atorada — Pedí con suma cautela para no alterar al sujeto y gracias una vez más a mi “diosa” el hombre con un grito soez advirtió a los hombres que empujaran la carreta con más fuerza — Vamos muchacho ya está — Acariciando el lomo de mi compañero y con un pequeño golpe de talón nuevamente la carreta estaba en marcha, pero con cuidado y paso lento mi amigo ya que a pesar de aquel ambiente e inestable sendero nuestro “ diligente “empleador tenía el tiempo suficiente de conversar amenamente. ¿Quiénes eran el grupo con los que nos habíamos encontrado? “Oh basta ya capullo, he tenido suficiente de tus preguntas estúpidas, mantén la mirada arriba y riendas firmes en el camino” nerudiano Resumen Dwanhdre va montado en su caballo jalando de una pequeña carreta con la caja, con el resto de mercenarios rodeando la carga y empujando la carreta en caso de que se quede atascada y/o asegurando la carga para que no se dañe ni se tope… demasiado(? @”ENZO AMATO” @YABANA