2 pueblos germánicos en el que sí pero sólo en partes consiguieron establecer dinastías o pueblos como el Turco, el Griego, el armenio y el árabe ninguno de ellos tienen muchas cosas en común en su proceso de transformación en nación aunque en su construcción en algunos casos pudo tener su sustrato en hechos violentos y circunstancias procedentes de la disolución del sistema feudal. En definitiva, lo que pretende Renan es concluir que la nación moderna es el resultado de una serie de hechos de carácter histórico que convergen en el mismo sentido pero que unos tienen que ver con la fuerza o impronta de una dinastía, otra por la voluntad directa de instituciones territoriales o por efectos del vencedor de un príncipe. Y lo que sorprende es que Renan atribuye la misma valía para llegar a ese camino común que es la nación tanto los hechos victoriosos como las propias derrotas, son las vivencias comunes las que al final concluirá como elemento integrador. Otra idea principal de Renan tiene que ver con la refutación de algunas ideas dominantes en relación al reconocimiento del derecho a ser nación y los elementos de adquisición de conciencia de los individuos de pertenecer a una misma nación y hacer valer sus derechos y en este sentido juega un papel predominante el elemento de la raza o pueblo. Refuta aquellas ideas en que este derecho se fundamenta en cuestiones etnográficas porque a través de la historiografía demuestra por un lado la inexistencia de una raza pura y dice “¿representa Alemania respecto de esto una excepción? ¿Es un país germánico puro?...responde negativamente y concluye que la raza tal como la entienden los historiadores es “…pues, algo que se hace y se deshace” “… las primeras naciones de Europa son de sangre esencialmente mezclada”. En definitiva Renan afirma que el paso del tiempo hace que la raza pierda su importancia debido a la mezcla de sus poblaciones, colonizaciones, derechos de conquista, emigraciones, interculturalismo etc. a través de siglos y siglos hacen poco valiosos los argumentos de apelación nacional por cuestión de raza o pueblo diferenciado de otros. Y rechaza lo que podríamos llamar en cierta manera el nacionalismo cultural aunque haya tenido bastante predicamento desde la perspectiva liberal democrática y en la actualidad. En este mismo sentido de rechazo de elementos culturales o etnográficos diferenciadores como elementos que permitan reconocer el derecho nacional también refuta la idea de la lengua y pone como ejemplo cercano Suiza un país con tres o cuatro lenguas y que por voluntad de sus ciudadanos forman parte de una nación y desde la misma manera el rechazo de la lengua como elemento configurador de la nación lo hace sobre bases históricas y la evolución que cada lengua a tenido desde sus orígenes. Ni la religión es como dice Renan “base suficiente para el establecimiento de una nacionalidad moderna”. Lo circunscribe al ámbito de lo privado propio de sus principios liberales y piensa que sí la Religión ha tenido un peso integrador históricamente fundamentalmente en Europa Occidental a través del cristianismo lo ha sido por ser la religión de los Estados como sucedió en las civilizaciones más antiguas. Pero hoy se puede ser francés o alemán siendo católico, protestante o judío como así ocurre en muchos países de todo el mundo. También manifiesta con mucha claridad Renan, siempre sobre bases empíricas sacadas de la historiografía que ni la geografía ni los intereses comunes son elementos configuradores de una nación o de su reconocimiento como tal.