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Problemáticas asociadas al PIB como medida de la riqueza de un país

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Nombre: Edwin Durán
Código: 00202396
Fecha de Entrega: 10/09/2019
NRC: 3834
Problemáticas asociadas al PIB como medida de la riqueza de un país
El cálculo del PIB nació con la función principal de otorgar una idea más concreta acerca de cómo
está la situación económica del país, en un determinado intervalo de tiempo. En términos sencillos,
podría decirse que mide el total de productos finales vendidos al final de un año, y los multiplica
por sus precios individuales, con la finalidad de llegar a una cifra que indica el total de dinero
invertido en la adquisición de dichos bienes. Adicionalmente, para tener una medida más precisa
de la riqueza (medida en bienes) de las personas, se puede fijar un precio base y multiplicarlo por
las cantidades vendidas en dos periodos distintos de tiempo, de tal manera que se pueda apreciar
con mayor precisión la variación del poder adquisitivo del país en general. Esta serie de cálculos
se considera bastante valiosa para el análisis macroeconómico, pues el crecimiento económico
implica obtención de más y/o mejores bienes, una mayor disposición de bienes de lujo a mayor
número de gente y también el incremento de trabajos vinculados con la mente (en oposición a las
tareas físicas); todo esto, en términos generales, indica un mejoramiento deseable del bienestar de
una sociedad determinada.
Sin embargo, a pesar de su gran utilidad para la descripción del estado de la economía, el
PIB comete algunas omisiones arbitrarias en sus cálculos, lo que, naturalmente, provoca la omisión
de algunos tipos distintos de riqueza, aparte de los bienes terminados. Un ejemplo representativo
de esta falla es la homologación de los precios de las materias primas de un producto en su valor
de venta final, que se aplica para no redundar y contar al producto final dos veces. No obstante,
George Reisman (2011) y Huerta del Soto (2011), partidarios del produccionismo, presentó una
falla vital en este mecanismo: al omitir las materias primas de un producto, indirectamente se está
haciendo como si no fueran a ser gastadas productivamente en el proceso de producir el bien final,
lo que genera impedimentos a la hora de intentar analizar la riqueza (en términos productivos) que
tiene un territorio. En última instancia, el fallo primordial que se denota de la metodología del
cálculo del PIB es que le da un valor absoluto al consumo, a la vez de que se lo quita a la
producción. Lo que resulta particularmente preocupante de esta afirmación es que, en la mayoría
de los casos, gran parte de la producción del país está relacionada con los bienes de capital, mas
no con los de consumo. Esto se traduce en un desincentivo bastante representativo en contra de
iniciativas financieras favorables como el ahorro y la inversión.
Es así que nace la propuesta de calcular un Producto Nacional Neto (PNN o PIN), que
representa los valores de ganancia de la producción. Para llegar a este valor, solo debe retirarse el
valor del consumo productivo del PIB, de esta forma, lo que queda es lo que se ha consumido
productivamente. La igualdad vendría a estar expresada de la siguiente forma: Donde p, w, i, r, Y,
PNN, C e I representan: Ganancias, salarios, pagos por intereses, rentas, ingreso nacional, gasto
de consumo total e inversión neta, respectivamente.
𝑝 + 𝑤 + 𝑖 + 𝑟 = 𝑌 = 𝑃𝑁𝑁 = 𝐶 + 𝐼
En la izquierda de la ecuación se puede apreciar el ingreso, asociado con los vendedores, a la
derecha de la ecuación se puede apreciar el gasto, por parte de los compradores. En el ejemplo del
Anexo 1, puede también apreciarse, en la fila 4, que los ingresos y gastos por parte del consumo
son mucho más bajos que los movimientos dados por la producción, lo que refuerza la tesis inicial
en la que se basa la doctrina del PNN.
Ahora, si bien la medida del PNN permite devolverle relevancia a la producción como eje
central del bienestar, todavía sigue faltando un cálculo que resalte las virtudes del ahorro y la
inversión en el mecanismo de ingresos y egresos. Por aquel motivo, Reisman propuso el cálculo
de un indicador llamado Ingreso Nacional Bruto. Su cálculo parte de la igualdad del PNN, pero
solamente conserva los ingresos empresariales y el ingreso salarial a la izquierda y lo iguala con
la sumatoria entre los gastos de consumo y los gastos productivos. A partir de esta ecuación,
pueden calcularse valores como el ingreso nacional (retirando la variable de costos empresariales)
o la inversión neta (restando los costos empresariales de los gastos productivos. Además, es tan
versátil que, si se retiran todos los costos -excluyendo la depreciación- se regresa al PIB clásico
mencionado al inicio del texto.
Ampliando un poco más en las problemáticas imbuidas en el cálculo del PIB, Nicolás
Cachanosky (2011) mencionó una serie de imprecisiones fundamentales en el PIB, respecto de la
salud de una economía determinada: El primero que mencionó fue que el gasto gubernamental no
se contabiliza mediante los precios de mercado, sino que lo hace en base a precios declarados, lo
que omite la disponibilidad a pagar de la gente. El segundo es que los mercados negros no pueden
ser contabilizados adecuadamente, lo que genera otra serie de imprecisiones considerables. El
último destacado fue una inconsistencia en caso de que ocurriera un desastre natural o una guerra,
puesto que, en una situación similar, el PIB aparentaría dinamizarse cuando, en realidad, gran parte
de la riqueza y el capital estarían destruidos después de tal evento.
Con la finalidad de no hacer caso omiso a dichas imprecisiones, propuso el cálculo de un
indicador llamado EVA (Valor Económico Agregado), que consiste básicamente de la diferencia
entre los retornos sobre el capital invertido (ROI) y el costo promedio ponderado del capital
(WACC). Este último es la parte fundamental de este cálculo, porque permite contrastar la
combinación del patrimonio y la deuda propia con la de otros proyectos o incluso dejar el dinero
invertido en el banco. En síntesis, permite realizar una mayor consideración de los costos del
patrimonio de las industrias en el territorio. Este cálculo permite una excelente visualización si se
ha dado una variación positiva en la riqueza o no, así como prever los crecimientos o
decrecimientos de una industria en particular. Su expresión algebraica está dada por:
𝑛
∑(ROI𝑖 − 𝑊𝐴𝐶𝐶𝑖 )
𝑖=0
Como conclusión de todo lo mencionado, se puede determinar que el PIB, si bien ha sido
útil para hacer mediciones del bienestar y la riqueza de una sociedad, es una medida
mayoritariamente obsoleta, que omite los movimientos más representativos de la economía como
la producción, la inversión y el ahorro. Adicionalmente, presenta una serie de inconvenientes
imprecisiones, relacionadas con: la no utilización de los precios de mercado en las
contabilizaciones, la falta de un método adecuado de contabilización de los mercados negros y una
inconsistencia fatal entre los valores del PIB después de una catástrofe mayor y la variación real
de la riqueza y capital de las personas. Por estos motivos, se vuelve menester utilizar cálculos más
sofisticados que no dejen estas variables e inconsistencias desatendidas, las estructuras algebraicas
propuestas por Reisman, Huerta del Soto y Cachanosky proveen de medidas numéricas para poder
interpretar las variables omitidas y también para deshacerse de las imprecisiones que el PIB por sí
solo está provocando.
Anexos
Anexo 1
Bibliografía:
Carpio, J; Paredes, P; Oleas, S; Pérez, W; Romero, P. (Abril 2011). ¿Es el P.I.B un buen indicador
de la situación económica de un país?. Koyuntura, 3, 4. 09/09/2019, De USFQ Base de
datos.
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